REGIÓN
DEL RÍO ATUEL, RÍO SALADO, MALARGUE, BARDAS BLANCAS Y EL RÍO
BARRANCAS |
GRUPO CUYO

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El primer ciclo deposicional, usualmente referido
como «Ciclo Cuyano» (Groeber, 1946; Groeber et al.,
1953; Digregorio y Uliana, 1980), registra condiciones de
coalescencia de los depocentros originales, pronunciado
traslape regional, y desarrollo de un extendido engolfamiento
marino en posición de retroarco.
Con la instauración
de este nuevo marco deposicional tuvo lugar la acumulación
de una sucesión detrítica que, en la región del alto
Atuel, supera los 1500 m de espesor e involucra términos del
Jurásico inferior y medio (Yrigoyen, 1979). Este complejo
sedimentario se inicia con un depósito de transgresión de
espesor variable entre pocos centímetros y varias decenas de
metros (Legarreta y Gulisano, 1989).
Los desarrollos en
facies arenoso-conglomerádicas son localmente denominados
Formaciones El Freno y Puesto Araya. La edad de los miembros marinos basales se torna más joven hacia el
sur y el este (Rosenfeld y Volkheimer, 1980), como resultado
de la transgresión hacia el antepaís sudamericano, y el
anegamiento en etapas («escalonado» , Gulisano, 1981) de
las fosas continentales precedentes.
El avance de la
transgresión dio lugar a una cuenca de aguas relativamente
profundas y fondos euxínicos, sobre los que se acumularon
espesas sucesiones de pelitas grises y negras conocidas como
Formación Tres Esquinas (Stipanicic, 1969; Legarreta y
Gulisano, 1989). Estas acumulaciones de índole cuencal
presentan interposiciones turbidíticas, especialmente en el
sector neuquino de la cuenca (Gulisano et al., 1984a). Durante
el Pliensbachiano y el Toarciano el perímetro oriental de la
faja con influencia marina registró la acumulación de facies
con conglomerados de tipo fluvial y fan-delta, que demuestran
la persistencia localizada de relieves escarpados.
En
Mendoza estas acumulaciones de borde son referidas a la
Formación El Freno (Yrigoyen, 1979; Gulisano, 1981), y en
Neuquén austral integran parte de la Formación Piedra
Pintada (Stipanicic et al., 1968; Gulisano y Pando, 1981).
Durante el Jurásico medio la cuenca desarrolló un patrón
deposicional sencillo y de relativa regularidad (ej. Groeber,
1918; Groeber et al., 1953). El ámbito de cuenca, representado
por las lutitas de Tres Esquinas, persistió
como un rasgo continuo desde el centro de Neuquén hasta la
región del río Atuel en Mendoza. En los tiempos
del Aaleniano y Bajociano se produjo una marcada expansión
de los medios sedimentarios, con acumulación de depósitos
gruesos, en facies litoral-deltaica hasta francamente aluvial.
Posiciones más internas están registradas por una
sucesión de índole deltaica mayormente arenosa, con algunas lenguas marinas y bandas de lutitas carbonosas que suelen ser
referidas como Formación Lajas (Gulisano y Hinterwimmer,
1986; Legarreta y Gulisano, 1989).
Se trata de un conjunto de sedimentitas dominantemente silicoclásticas conocidas como formaciones
Arroyo Malo, El Freno y Puesto Araya (o El Cholo). La sucesión sedimentaria muestra una importante complejidad estructural
por lo que las relaciones espaciales y temporales entre estas unidades no han sido completamente establecidas.
Se propone considerar como pertenecientes a la Formación Arroyo Malo a depósitos silicoclásticos marinos del Triásico,
Hettangiano y Sinemuriano temprano. Los depósitos de lowstand (30 m) atribuidos anteriormente a la Formación El Freno
pertenecen también a la Formación Arroyo Malo.
La Formación El Freno (Sinemuriano), de ambiente fluvial, no muestra
mayores cambios de espesor en sentido regional (entre 250 y 300 m). La Formación Puesto Araya (Sinemuriano tardío-
Pliensbachiano ) posee depósitos marinos someros hasta de offshore. El relleno culmina con los depósitos anóxicos de offs-shore de la Formación Tres Esquinas.
En el caso específico de la Formación El Freno, las facies sedimentarias muestran pasajes
verticales y laterales desde depósitos fluviales traccionales a los de carga mixta. En el perfil del flanco oriental del
arroyo El Cholo se identificaron dos niveles plantíferos, otros dos en el cerro La Chilca y uno en la Mina Atuel. Los taxones
presentes (Neocalamites sp., Marattia munsteri (Goeppert) Zeiler, Cladophlebis mendozaensis (Geinitz), Archangelskya proto-
loxoma (Kurtz) Herbst, Dejerseya sp., Kurtziana brandmayri Frenguelli, Otozamites bechei Brongniart, Otozamites hislopi
(Oldham) Feistmantel, Elatocladus conferta (Oldham y Morris) Halle, ? Yabeiella sp. y troncos) son correlacionables con los
de la vecina localidad del cerro La Brea.
Se concluye que la historia del relleno
sedimentario de esta cuenca puede ser explicada con un modelo relativamente simple. En ella se definen dos episodios
en los que la acomodación superó ampliamente a los aportes detríticos, una del Triásico tardío a Sinemuriano temprano
y otra del Sinemuriano tardío al Pliensbachiano y Toarciano. Ambos períodos están separados por un lapso caracterizado
por fuertes aportes detríticos y escaso espacio de acomodación en el que se acumuló la Formación El Freno.
En la
parte sur de Mendoza el fin del Aaleniano y el inicio del
Bajociano representaron el momento de máxima expansión
marina hacia el antepaís (Yrigoyen, 1979). Sobre la plataforma
de Malargüe, la banda de clásticos proximales consiste en
una sucesión arenosa en facies de playa y plataforma dominada
por las olas, que representa la Formación Bardas Blancas (Gulisano, 1981; Legarreta et al., 1993).
Al oeste de Malargüe, las acumulaciones eocallovianas
incluyen facies de plataforma con carbonatos ooidales y
zonas de corales y esponjas (Formación Calabozo, Dessanti,
1973; Legarreta et al., 1993), que reflejan una posición más
alejada de las zonas de aporte detrítico |
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La Formación Calabozo está compuesta por una amplia variedad de rocas calcáreas que incluyen wackestones-packstones bioclásticos-peloidales, packstones-grainstones oolíticos, estromatolitos y framestone coralino. El contenido fosilífero está representado por bivalvos, algas verdes calcáreas, corales escleractínidos, equinodermos, cianobacterias, oncoides, gastrópodos, foraminíferos, calciesferas, briozoos y ostrácodos. Los componentes no esqueletales están representados por ooides, peloides e intraclastos. Estos componentes aloquímicos se encuentran asociados a una escasa proporción de partículas siliciclásticas (Palma et al. 2000). Su espesor alcanza a 30 metros. |

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La Formación Calabozo apoya sobre las facies marinas de cara de playa de la Formación Lajas (Bathoniano-Caloviano), a través de un contacto erosivo e irregular; y es cubierta en forma concordante por las evaporitas de la Formación Tábanos. El control bioestratigráfico de la Formación Calabozo está basado en la fauna de amonites, representada por Rehmannia sp., Choffatia sp., y Glossouvira sp. que caracteriza una edad caloviana media inferior (Riccardi et al. 2000).
La tendencia a la
acumulación con alta tasa de acreción lateral también se pone
en evidencia en el ámbito cordillerano, en secciones como
Paso Vergara-Villagra y Santa Elena (Groeber et al., 1953;
Davidson y Vicente, 1973), y en localidades próximas de los
Andes chilenos como Lonquimay y Cajón Troncoso (Suárez
et al., 1990; Cornejo Carreño et al., 1982). Estos perfiles
revelan un efecto de aporte sedimentario y volcaniclástico
desde el oeste, acentuado por un nivel de base de tendencia
declinante. |
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El Calloviano superior y el resto del Jurásico se destacan
por la alternancia de sistemas deposicionales evaporíticos,
carbonáticos y siliciclásticos. En apariencia, esas variaciones
fueron controladas por un medio sedimentario sujeto a pronunciados
cambios en el nivel de base, que en ocasiones
resultaron en episodios de desecación total o casi total de la
cuenca. La evaporita o Yeso Tábanos (Stipanicic,
1966; Dellapé et al., 1979) es un depósito de 10 a 50 m de
espesor de anhidrita nodular y laminada, de edad infracaloviana
(Riccardi et al., 1991a). Esta acumulación aparece
geográficamente confinada a la zona de talud y cuenca del
sistema deposicional del Calloviano inferior (Legarreta, 1991;
Legarreta et al., l993). Por tal razón se la interpreta como el
resultado de condiciones que limitaron la conexión franca de
la cuenca Neuquina con la circulación del Océano Pacífico.
En posiciones de centro de cuenca las capas de sulfato se
encuentran localmente sobrepuestas por depósitos clásticos
de facies fluviales y eólicas (Legarreta, 1991), que implican
la eventual existencia de un sistema endorreico en el fondo de
la cuenca desecada.
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GRUPO LOTENA

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El Calloviano superior marino se presenta como un
paquete de arcillas y areniscas que no suele superar los 10 m
de espesor, e integra parte de la formacion Lotena (sensu Gulisano et al.,
1984a). En un amplio sector de la cuenca estas
capas contienen faunas de foraminíferos y amonites que
muestran afinidades con las faunas del Tethys (Musacchio,
1979; Riccardi, 1991) e indican el retorno a una condición
marina normal. La renovada conexión oceánica se refleja en
un carácter estratigráfico transgresivo que incluye expansión
del área deposicional, organización interna granodecreciente,
y desarrollo de una zona condensada hacia el tope de la unidad
(Legarreta, 1991; Legarreta et al., 1993).
El pulso de inundación del Calloviano tardío provocó el
anegamiento de fajas de plataforma expuestas hacia el fin del
Bathoniano-Calloviano temprano, y creó condiciones
con baja tasa de suministro clástico, favorables para el
desarrollo de un sistema deposicional carbonático que dio
lugar a las Calizas La Manga (Stipanicic, 1966; Stipanicic et
al., 1975).
Los calcáreos oxfordianos («Calizas Azules con
Gryphaea») alcanzan espesores de unos 150 m, y están
representados por grainstones de ooides y rhodoides, asocia dos a zonas con framestone coralígeno y abultamientos de laasociación coral-alga-esponja (Legarreta, 1991). Los equivalentes
de centro de cuenca consisten en secciones muy condensadas,
con espesores en el orden de los 10 m, en las que
alternan lutitas con amonites y calizas micríticas finamente
laminadas. Los depósitos con corales y ooides reflejan acumulación
en aguas someras, a partir de un litoral con morfología
de rampa carbonática, implantada por detrás del borde
de acumulación del Yeso Tábanos. Esa
configuración inicial fue gradualmente reemplazada por un
sistema con clinoformas más empinadas de tipo terraza deposicional.
Estos arreglos y la presencia de discontinuidades en
el interior de la cuña calcárea, son considerados como el
reflejo de cambios de acomodación relacionados con oscilaciones
eustáticas (Legarreta, 1991).
El «Yeso Principal» o Formación Auquilco (Schiller,
1912; Weaver, 1931) es una sucesión evaporítica blanquecina
de hasta 400 m de espesor que constituye uno de los
miembros más distintivos de la sucesión jurásica de Neuquén
y Mendoza. En su desarrollo característico predominan
los depósitos de anhidrita en facies laminada de selenita
(«varves evaporíticos»), y en estratos de hábito nodular
formados por diagénesis temprana en medios subácueos o
subaéreos (texturas bedded nodular y chicken-wire). Los
componentes subordinados incluyen carbonatos esqueléticopelletoidales,
abultamientos de caliza criptoalgácea afectada
por brechamiento y estructuras tee-pee, capas de cloruros, y
estratos pelíticos rojos y verdes con nódulos de anhidrita.
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GRUPO MENDOZA |
La Formación Tordillo (Groeber, 1946; Stipanicic, 1966)
representan a un depósito de areniscas, conglomerados
y fangolitas rojizas y verdosas que alcanza los 800 m de
espesor. Esta serie carece de fósiles marinos y se acumuló por
la actividad de sistemas fluviales efímeros asociados a campos
eólicos y a depresiones de tipo barreal o playa-lake
(Peroni et al., 1984; Arregui, 1993).
La organización estratigráfica y antigüedad atribuida a
los estratos de las Formaciones Tordillo-Auquilco y sus
equivalentes (= «ciclo Chacayano», Groeber, 1946)
implica un desecamiento
geológicamente «instantáneo» del sistema carbonático del
Oxfordiano, seguido en el Oxfordiano tardío (?) por una fase
inicial de sedimentación exclusivamente evaporítica en el
interior de una cuenca profunda pero de aguas someras.
Ese
régimen deposicional marino-hipersalino, de tipo«Messiniano», fue interrumpido al menos dos veces por
episodios de inundación, que condujeron al desarrollo de
abultamientos carbonáticos en régimen hidrológico
mesohalino. Estadios más avanzados (Kimmeridgiano) registran
la incorporación de componentes volcánicos y piroclásticos
desde el oeste, y el arribo de material detrítico desde
el sur y el nordeste. La dispersión de los componentes terrígenos
fue controlada por un sistema eólico y una red fluvial
distributaria de tipo efímero, que drenaba hacia un ámbito
distal ocupado por barreales y lagos hipersalinos de aguas
poco profundas.
La fase final, durante el Tithoniano más
temprano (?), se desarrolló en facies mayormente clásticas y
en condiciones subácueas hacia posiciones internas de la
cuenca.
Los depósitos del Jurásico terminal (Tithoniano) documentan
el retorno a un contexto deposicional de cuenca
marina con fondo euxínico, circundada por un cinturón nerítico
sometido a sedimentación carbonática y terrígena. Los depósitos cuencales se caracterizan por una alternancia
finamente estratificada de lutitas grises y negras,
calizas micríticas y margas bituminosas, conocida como
Formación Vaca Muerta (Leanza et al., 1978; Legarreta et
al., 1981; Veiga y Orchuela, 1988).
Las facies calcáreas de
plataforma están integradas por apilamientos biostromales
dominados por moluscos, por calizas oolíticas y
estromatolíticas que a veces contienen nódulos evaporíticos,
y por calcáreos sublitográficos de tipo plattenkalk. |
Estas
rocas se asocian a estratos de arcilla y arenisca, y son referidas
a las Formaciones Chachao (= Caliza con Exogyra, Legarreta
y Kozlowski, 1981), Quintuco (=
Calcárea, Digregorio, 1972). La reconstrucción sismo-estratigráfica del intervalo
tithoniano sugiere un episodio de inundación regional (zona
de V. mendozanus, Gulisano et al., 1984b), seguido por el
desarrollo de un embancamiento carbonático con geometría
de rampa. Este sistema se mantuvo con discontinuidades y
desplazamientos menores, generando una sucesión con arreglo
progradante, modulado por el ritmo de oscilación eustática
(Mitchum y Uliana, 1985; Legarreta y Uliana, 1991).
Desde los tiempos de P. Groeber los estratos del Neocomiano son mapeados junto con los del Tithoniano,
formando un paquete muy característico que excede los 2000
m de espesor y que es conocido como Grupo Mendoza
(Mendociano, Groeber, 1946; Digregorio y Uliana, 1980). |
Este conjunto muestra un amplio espectro de variación litológica,
oscilando entre un predominio de lutitas cuencales
oscuras hacia el oeste (Formaciones Vaca Muerta y Agrio),
y secciones areno-arcillosas rojizas sobre el perímetro oriental
de la cuenca.
Posiciones intermedias registran una
considerable variabilidad lateral y vertical de litofacies, que ha sido detalladamente reconstruida en el curso de
trabajos orientados a la prospección de hidrocarburos
(Legarreta et al., 1981; Gulisano et al., 1984b; Mitchum y
Uliana, 1985). El proceso de acumulación se desarrolló
puntuado por numerosas interrupciones, en el curso de episodios
de expansión y retracción de un ámbito sedimentario
sometido a cambios de acomodación, dictados por regularidad
en la subsidencia y oscilaciones en el nivel de base
(Legarreta y Uliana, 1991).
Durante el Berriasiano se mantuvo
el carácter general de los sistemas deposicionales
instaurados en el Tithoniano, aunque es destacable un incremento
en el ritmo de arribo clástico. Esa variación se manifiesta
en una alta tasa de progradación y en clinoformas mucho más empinadas (Mitchum y Uliana, 1985). Asimismo,
los depósitos berriasianos documentan la expansión
hacia el norte de la faja de acumulación detrítica (Formaciones «Arcillas Verdes» y Mulichinco, Digregorio, 1972; y el consecuente
achicamiento de la banda de acumulación carbonática
de plataforma (Formaciones Quintuco y Chachao, Legarreta
y Uliana, 1991). |
Los conglomerados y areniscas fluviales infravalanginianos,
que representan la parte más joven de la Formación Mulichinco, forman un depósito arealmente localizado
al centro-oeste de Neuquén (Gulisano et al., 1984b;
Legarreta y Uliana, 1991). De manera semejante, estratos
coetáneos de la Formación Chachao (las «Calizas con
Exogyra couloni»), constituidos por packstones de ostras
con ocasionales cuerpos abultados de framestone coralígeno
(Legarreta y Kozlowski, 1981; Carozzi et al., 1981), integran
una cuña carbonática de 30 m de espesor que en corto trecho
termina en onlap sobre la plataforma del Berriasiano (Legarreta
y Gulisano, 1989).
Estas peculiares relaciones de yacencia
muestran que el Valanginiano temprano fue otro de los
períodos con extremo achicamiento del área de acumulación
sedimentaria , presumiblemente reflejando condiciones
con nivel marino bajo a escala global (Mitchum y
Uliana, 1985; Legarreta y Uliana, 1991).
Los estratos de edad hauteriviana-barremiana (Formación
Agrio y equivalentes) muestran el retorno a un hábito
de sedimentación con un predominio de calcilutitas
negras, carbonatos de tipo nodular y estratos de chalk
(Legarreta et al., 1981). En ese contexto
estratigráfico de capas marinas dotadas de gran continuidad
lateral, se destaca la presencia de delgadas lenguas arenosas
depositadas en condiciones de aguas someras.
El más conspicuo de tales depósitos, la Arenisca
Avilé del Hauteriviano inferior alto, descansa en partes
sobre una superficie incidida (Veiga y Vergani, 1993) y se
presenta en facies fluviales y eólicas (Gulisano y Gutiérrez
Pleimling, 1988). Estas acumulaciones, y las facies arcillosas
de barreal y de evaporitas que las reemplazan hacia la
porción distal de la cuenca, indican la ocurrencia de otro
episodio de desecación de tipo «Messiniano»
Legarreta y Uliana, 1991).
Estratos más tardíos del
Hauteriviano registran una nueva expansión del depocentro. Finalmente, depósitos sedimentarios con presunta
edad barremiana vuelven a ajustarse al patrón deposicional arealmente restringido.
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La Formación
Chorreado (Legarreta, 1985, 1986) se integra con un miembro
inferior carbonático, con facies de plataforma dominadas por grainstones de oolitas y pellets. El miembro superior,
constituido por anhidritas con bandas de halita, es aún
mucho más restringido y se acuña por onlap sobre el talud
deposicional del miembro carbonático. |
Gulisano, C.A., Gutiérrez Pleimling, A. y Digregorio, R.E. 1984a. Esquema estratigráfico de la secuencia jurásica del oeste de la provincia de Neuquén. 9º Congreso Geológico Argentino, Actas 1: 236-259, San Carlos de Bariloche.
Gulisano, C.A. Gutiérrez Pleimling, A. y Digregorio, R.E. 1984b. Análisis estratigráfico del intervalo Tithoniano-Valanginiano (Formaciones Vaca Muerta, Quintuco y Mulichinco) en el suroeste de la provincia del Neuquén. 9º Congreso Geológico Argentino, Actas 1: 221 -235, San Carlos de Bariloche.
Palma, R.M., Mehdli, M., Bressan, G.S. y Kietzmann, D.A .abr./jun. 2007. Carbonatos subtropicales de la Formación Calabozo (Caloviano) y su diagénesis, Cuenca Neuquina, Mendoza.Rev. Asoc. Geol. Argent. v.62 n.2 Buenos Aires
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