CUENCAS GONDWÁNICAS DE LA CORDILLERA PRINCIPAL EN LA PROVINCIA DE NEUQUEN

SECTOR NORTE

La Cordillera del Viento se localiza en la porción noroeste de la provincia del Neuquén y constituye un bloque tectónicamente elevado que expone los afloramientos neopaleozoicos más septentrionales del área patagónica. Estas rocas pueden vincularse con los afloramientos del Paleozoico superior mencionados por Aparicio (1950), ubicados en el sector de las cabeceras del río Salado, en la zona de Malargüe, sur de Mendoza.

El conocimiento geológico de la región se debe a Zöllner (1949), Zöllner y Amos (1973) y Stoll (1950, 1957). Posteriormente Llambías (1986) realizó un estudio petrológico de los intrusivos pérmicos del sur de la Cordillera del Viento en los alrededores de Huingancó. También se han realizado trabajos específicos en relación con la estratigrafía y tectónica del sur de la Cordillera del Viento, y su relación con las secuencias neopaleozoicas (Re Kühl, 1981; Massabie, 1993).

El conjunto de unidades sedimentarias, efusivas y eruptivas de edad neopaleozoica constituye el núcleo de una amplia estructura braquianticlinal desarrollada sobre el flanco occidental de la Cordillera del Viento. Las distintas formaciones se hallan afectadas por fracturación de variable escala, las que se han manifestado en corrimientos de vergencia oriental, occidental y fallas verticales como las observadas por diferentes autores (Stoll, 1957; Zöllner y Amos, 1973; Massabie, 1993). La mayor parte de esta estructuración ha sido atribuida al Neopaleozoico.

 

 

 

 

 

 

La columna estratigráfica del Paleozoico superior en el área se inicia con los afloramientos de la «Serie Andacollo» (Zöllner y Amos, 1973), los cuales se desarrollan en el flanco occidental escarpado de la Cordillera del Viento y han sido atribuidos de un modo amplio al Carbonífero. La denominación originalmente empleada fue modificada por la de Grupo Andacollo por Digregorio (1972), quien adoptó el nombre empleado por Freytes (1969).

Posteriormente Turner y Cazau (1978, en Re Kühl, 1981) propusieron la denominación de «Entidad Andacollo», ya que las formaciones se encuentran separadas por discordancias. Sin embargo, años más tarde Digregorio y Uliana (1980) volvieron a emplear la denominación de Grupo Andacollo para referirse al «conjunto sedimentario- piroclástico que constituye el substrato de la sección aflorante en la Cordillera del Viento».

Actualmente dentro de esta unidad se reconoce únicamente a la Formación Huaraco. Esta unidad, se apoya en discordancia sobre tobas de edad Devónica.

Se encuentra compuesta por lutitas y limolitas macizas, de color verde obscuro hasta negras, en cuya parte inferior se intercalan areniscas cuarcíticas en bancos gruesos de colores claros y alteración amarillenta.
Es destacable que hacia la parte superior se nota un claro aumento en la participación de areniscas obscuras bituminosas. En determinadas localidades aparecen además bancos conglomerádicos gruesos como los expuestos en el arroyo Chenque Malal (Zöllner y Amos, 1973). Otra característica es la existencia de areniscas limolíticas desarrollando un característico bandeamiento resultante de la alternancia de láminas milimétricas de limo y arena fina. Estas areniscas conforman niveles guías de importancia local para la reconstrucción de las unidades fuertemente tectonizadas. El espesor estimado para la Formación Huaracó es de 700 metros.



La edad de las sedimentitas aflorantes en la Cordillera del Viento puede ser también estimada a partir de escasos restos de invertebrados marinos y algunas improntas vegetales. En este sentido Zöllner y Amos (1955) han citado la presencia de Spirifer, Carbonicola y Chonetes entre otros invertebrados, acompañados por ejemplares de Lepidodendron y Rhacopteris. La flora citada ha sido revisada por Archangelsky y Arrondo (1966) quienes efectuaron consideraciones acerca de la edad y ubicación taxonómica de algunos ejemplares. La información paleontológica sugiere una edad carbonífera para las rocas portadoras (Formación Huaraco), siendo imposible al presente alcanzar mayor exactitud sobre la antigüedad de la unidad (Zöllner y Amos, 1955, 1973; Archangelsky y Arrondo, 1966; Azcuy et al., 1987).

 

SECTOR CENTRAL

El área tipo se ubica en el Cordón de la Piedra Santa (39°20'S-70°40'O, provincia de Neuquén), con afloramientos menores al este, en el Cerro Trapial Mahuida, y al oeste, en la cuesta de Rahue. Las rocas de este último sector están también incluidas en la denominada Serie Metamórfica de Rahue-Ñorquinco -Rucachoroi, que Vattuone de Ponti (1988) describió como un complejo metamórfico
de baja P/T que se extiende hacia el noroeste en forma saltuaria. Directamente al oeste del área tipo de la Formación Piedra Santa, la misma autora señaló la existencia de otra serie metamórfica denominada Serie del Quillén, la cual incluye metabasitas de baja P/T. Todas estas unidades fueron, en principio, incorporadas dentro de la Formación Colohuincul, si bien Digregorio (1972) discriminó a la Formación Piedra Santa como una unidad más joven, asignándole edad devónica por similitud litológica con formaciones sedimentarias aflorantes al norte, datadas bioestratigráficamente. Se propone aquí el término Complejo Piedra Santa para denominar a todo este conjunto de rocas metamórficas, analizando en conjunto la integración de esta unidad dentro del basamento de la región.

Dentro del Complejo Piedra Santa se incluyen todos los afloramientos metamórficos expuestos entre el área del Cordón de la Piedra Santa hacia el este, hasta la región de Aluminé, en el área andina.

Se trata de un conjunto principalmente metasedimentario con intercalaciones menores de metavulcanitas. Los afloramientos muestran un incremento en el grado metamórfico desde el este hacia el oeste. En el sector más oriental (Cordón de la Piedra Santa, Cerro Trapial Mahuida y Cuesta de Rahue) aparecen metapelitas con clorita, biotita, granate y andalucita, con un grado bajo a medio de metamorfismo regional dentro de la facies de esquistos verdes (Franzese, 1993a). Hacia el noroeste se observa el pasaje de esquistos a gneises peliticos que van desde la asociación biotita+granate+andalucita +estaurolita hasta andalucita+cordierita+sillimanita, alcanzando un grado alto en asociación con migmatitas (Vattuone de Ponti, 1988).

Intercaladas entre las metapelitas se ha documentado la presencia de metabasitas derivadas de andesitas y basaltos (Vattuone de Ponti, 1990).


Estudios mineralógicos y microtexturales definen este metamorfismo como un episodio de baja a intermedia P/T, con una zona continua de andalucita desde el grado medio hasta el alto. Las condiciones máximas de presión han sido estimadas en 3,5 Kbar con temperaturas entre 550 y 700°C (Franzese, 1992; Vattuone de Ponti, 1990).

La secuencia metamórfica está localmente intruida por granitoides que han desarrollado aureolas de metamorfismo de contacto con esquistos nodulosos y 'hornfels'. Esta circunstancia es claramente visible en el Cordón de la Piedra Santa, donde se observa una zonación con muscovita, biotita, cordierita y andalucita relacionada a la intrusión de granitos porfiroides biotíticos (Franzese, 1992).

En el sector más occidental, se ha citado la presencia de sillimanita (Vattuone de Ponti, 1990). En ese sector, los cuerpos intrusivos son difíciles de identificar, pero hacia el este afloran extensamente, especialmente en el cerro Chachil donde conforman una unidad de dimensiones batolíticas, de carácter calcoalcalino, definida como Complejo Plutónico Chachil (Leanza, 1990).

Desde el punto de vista estructural, el Complejo Piedra Santa puede definirse como una unidad poli deformada. En el Cordón de la Piedra Santa se ha descrito la acción de cinco episodios principales de deformación (Franzese, 1993b); los tres primeros son de carácter plegante, generados por cizalla dúctil y contemporáneos con el metamorfismo regional; el cuarto es de carácter semifrágil con desarrollo de bandas 'kink' posteriores a las intrusiones graníticas; el último episodio se vincula con un amplio plegamiento debido a la acción de fallas transcurrentes activas durante el Mesozoico y Cenozoico.
El segundo episodio es el de mayor penetratividad y generó la esquistosidad principal de las metamorfitas (Franzese, 1993b). La deformación sinmetamórfica habría sido provocada por una cizalla no coaxial progresiva vinculada con un fuerte engrosamiento cortical, interpretada en el marco de un sistema de corrimientos dúctiles (Franzese, 1993b). La escasa magnitud y continuidad espacial de los afloramientos del sector más occidental impiden el estudio detallado de las estructuras vinculadas a las rocas de más alto grado metamórfico.


Edades K-Ar sobre fracción fina (2 micrones) en roca total tomadas sobre esquistos del área más oriental han proporcionado resultados que cubren un lapso que va desde el Devónico medio al Carbonífero tardío. El evento regional ha sido datado con las edades más antiguas (372, 329 y 311 Ma) y el metamorfismo de contacto registra, con gran coincidencia, una edad de 299 Ma, la cual se corresponde con la intrusión de los cuerpos graníticos del Complejo Plutónico Chachil. La edad de este último no ha sido estudiada con detalle. Los únicos datos geocronológicos conocidos corresponden a una edad K-Ar en biotita de 281±4 Ma en pórfidos tonalíticos (Sillitoe, 1977) y a una isócrona Rb-Sr de 285±5 Ma sobre granodioritas y dioritas (Verela et al., 1994).

Otro cuerpo correlacionable con este complejo aflora en el cerro Granito, 90 km al este del área aquí considerada, datado con edades K-Ar de 291±20 Ma y 310±20 Ma (Stipanicic y Linares, 1969). De acuerdo a ésto, los procesos magmáticos aquí considerados quedarían enmarcados entre el Carbonífero Superior y el Pérmico Inferior.